Trucha de Oro en A
Pontenova
Me
lo he tenido callado hasta que me la dieron, porque además de la
amistad, no sé qué merecimientos tengo y podían pensárselo mejor.
Pero los pescadores gallegos tienen estas cosas y me otorgaron su
Troita de Ouro en A Pontenova, amén de hacerme pregonero de sus
fiestas trucheras junto al maravilloso río Eo. Aunque, ahora que lo
pienso, si las truchas votaran sí hubiera ganado de seguro pues no
creo que exista pescador más amable e inofensivo
para ellas.
Me puse mi camisa de la añorada Quetzal en recuerdo de Miguel de la
Quadra Salcedo, que se me fue a morir estando precisamente allí por
estas mismas fechas el pasado año, y me he pasado este puente de
mayo con mis primos El Largo y el Pequeño disfrutado de la hermosa
tierra gallega, de sus gentes, su comida, sus ríos y hasta de su
lluvia.
Pescar lo que se dice pescar lo he intentado con empeño, pero no
puedo decir que saqué una de dos kilos ni de un cuarto tampoco. Hubo
allí campeones hasta del mundo, nuestra selección nacional que lo
ganó el año pasado, encabezada por el coruñés David Arcay que lo
consiguió individualmente el año 2015. Pero he de decirles que el
concurso de pesca entre tantas cañas famosas se lo acabó llevando
una nutria. Como lo oyen. Al otro lado del rio de la postura de uno
de los participantes se hizo con un salmón de unos cinco kilos al
que tras dura batalla logró llevarse a su madriguera. El mustélido
no se presentó a la entrega de premios.
Antonio Pérez Hernares,
Trucha de Oro y Pregonero de 2017
El
milagro de A Pontenova
Pocas entidades públicas piensan que la pesca recreativa puede ser
un eficaz reclamo turístico. Yo diría que en España prácticamente
ninguna, pese a que en el mundo numerosos países, ciudades,
ayuntamientos y entidades nos invitan con frecuencia a los
periodistas para dar a conocer al mundo su oferta de pesca. A
Pontenova, villa ribereña del río Eo, es una bonita excepción. Desde
hace nada menos que 40 años celebran A Festa da Troita, que tiene
como objetivo promover el turismo de pesca y atraer gentes de toda
España para que conozcan el maravilloso valle del Eo. Por si fuera
poco los promotores son unas personas generosas, hospitalarias y
cariñosas como pocas.
Hace unos años me premiaron con la trucha de oro y acabo de volver
de la edición de éste año, que fue la repanocha. No sabría qué
destacar de tres días entre fantásticos amigos, en los que
prácticamente no pude pagar ni un café (y lo digo con vergüenza,
porque nunca me gustó la vida del gorrón, pero es que la generosidad
de los amigos galegos supera todo lo imaginable). Pesca en el río
Rodil, cabecera del Eo de una belleza sinigual, aunque las
condiciones fueron realmente duras, con temporal. Incluso un grueso
eucalipto cayó en la carretera, aunque tuve la fortuna de que alguno
de los coches anteriores llevaba motosierra y pude pasar. Las
truchas del Eo, me brindaron un rato muy agradable, pescando con
perdigones y teniendo en la mano cerca de diez ejemplares de un
tamaño medio bastante curioso. También tenía coto de salmón, pero el
monarca no se dignó a aparecer. Sabíamos que había pocos, pero que
había. Los participantes en el concurso de salmón también se fueron
bolos, y la campeona del mismo fue una nutria lista. Mientras nadie
veíamos un pez, ella se las ingenió para capturar un salmón rollizo
ante la mirada atónita de un espectador que la grabó desde un puente
con su teléfono móvil. Desde luego no hay que negar habilidad y
destreza a estos atractivos mustélidos, que por algo han perpetuado
la especie hasta nuestros días.
Aunque ya conocía el Eo, me ha deslumbrado una vez más su belleza y
veo muy probable que desbanque el liderazgo del Cares en mi propio
escalafón de belleza de ríos salmoneros. Llego a casa feliz y con
varios kilos de más. He estado acompañado de todos los miembros de
la selección española de mosca. Campeona del mundo. Todos chicos muy
normales y encantadores, aunque David Arcay me hundió en la miseria
diciéndome que lo que más le ha impresionado de mí es lo que como
(¡y lo peor es que no le falta razón!).
Con amigos como Darío, Taracho, Mundito, Miguel, Pepiño… y un largo
etcétera se podría conquistar el mundo.
¡Contad conmigo para siempre!
Juan Delibes, Director de “Caza y Pesca” de Movistar+
Tengo una deuda con A Pontenova. Estoy obligado a volver
El sábado día 29 de abril por la tarde, junto con mi mujer, llegue
al hotel San Briz de A Pontenova y me dirigí a un grupo de personas
que se encontraban en la puerta, me presenté y pregunte por Miguel,
así empezó todo. Solo con la atención y la amabilidad que nos
prestaron automáticamente nos sentimos como uno más, no éramos unos
extraños que llegaban, muy al contrario, parecía que nos conocían y
que pertenecíamos al grupo.
Increíble el recibimiento y acogida que por vuestra parte recibí. No
tengo palabras para describir lo que, por desgracia, en un único día
en el que estuve pude sentir. No
voy a nombrar a nadie ya que el olvidarme de alguien parecería una
falta de respeto en la que no deseo incurrir.
Cuando en la cena me dijeron “lo que necesites no dudes en pedirlo”
no me esperaba que os fuera a necesitar tan pronto.
No conocía el río Eo ni el Rodil, al que me llevaron a pescar en la
mañana del día siguiente, pero debo de decir "que preciosidades,
tenéis una joya".
Desafortunadamente pocas horas antes
del acto institucional debí de volver a Valencia con urgencia, y
solo recordar lo que la organización se desvivió para atender a mi
señora en unos muy malos momentos me emociona.
No sabéis cuanto os lo agradezco.
No pude tener el honor de recoger la
distinción que con generosidad me brindabais, y esa es una deuda que
tengo con vosotros.
Tened por seguro y no lo dudéis, que la Trucha de Oro de A Pontenova
es el trofeo que me ha llegado más al fondo de mi corazón, las
medallas y reconocimientos institucionales van implícitos en la
competición, pero que un colectivo de personas, que trasmiten un
amor por la pesca como el que tenéis vosotros, te reconozcan un
trabajo que ha costado tanto llevar a lo más alto, es lo más bonito,
sincero y duradero. Verdaderamente, os voy a llevar en el corazón y
os prometo tener la Trucha de Oro en un lugar predominante dentro de
mi vitrina de trofeos.
A la directiva del CIT, instituciones y a todas aquellas personas
que con su trabajo han logrado llevar a buen término esta edición de
la fiesta, mi más sincera enhorabuena por el trabajo bien hecho.
Os pido ya una plaza para poder asistir el año que viene al Concurso
de Mosca, como un simple pescador más, y de esa manera poder poner
un granito de arena para que vuestra fiesta siga creciendo.
De igual manera, hacedme conocedor de vuestras inquietudes y, si me
necesitáis para algo, dad por hecho que en lo que de mi dependa
estará concedido de antemano.
Muchas gracias a todos, ha sido un gran placer haberos conocido y
deseoso de todo corazón de contar con vuestra amistad.
Vicente Aranda, Seleccionador Nacional Campeón del Mundo
A Pontenova eleva al máximo su gran fiesta
Cada
año es más difícil superar lo que está haciendo el Centro de
Iniciativas Turísticas de A Pontenova en pos de la pesca y del río
Eo con el apoyo del ayuntamiento pontenovés y de la Diputación
lucense.
El pasado fin de semana se celebró la XXXIX edición de la
Festa da Troita, que este año fue pregonada por el periodista
Antonio Pérez Henares, referente nacional e internacional en el
mundo de la pesca y la caza. 'Chani' fue distinguido con la 'Troita
de Ouro', máximo galardón de la fiesta pontenovesa.
Se reconoció además el esfuerzo y la dedicación de la
Selección Española de Pesca a Mosca, bicampeona del mundo. El
coruñés David Arcay es uno de sus integrantes y uno de los más
laureados deportista de nuestra ciudad. A la recogida de los
galardones acudieron todos los miembros del combinado nacional, que
al día siguiente participaron en el concurso de cola de rata (sin
muerte). Lo curioso es que ninguno de los campeones del mundo venció
en el Eo. El triunfo se lo llevó un ferrolano, Alberto López, uno de
los pescadores más completos del panorama galaico.
Se celebró también el concurso tradicional y el de
salmón. Los plateados no hicieron acto de presencia pero sí las
pintonas, con más cantidad que en la pasada edición aunque de menor
tamaño.
Otro de los reconocimientos fue para otro coruñés de Santa Cruz,
José Luis Brandón. Director técnico del concurso de mosca y uno de
los personajes más queridos de este deporte en nuestra comunidad.
El alcalde de A Pontenova y presidente de la Diputación,
Darío Campos, así como el presidente del CIT, Francisco Javier Rois,
agradecieron en sus intervenciones el celo de todos los que componen
el nutrido grupo de trabajo que impulsa la Festa de la Troita y el
decidido apoyo del periodista Miguel Piñeiro, gran artífice del Aula
de la Pesca de A Pontenova (un museo de pesca en toda regla) pero en
general de cuanta actividad relacionada con este mundo de agua y
vida se realiza en la capital del Eo.
Además, también recogió su insignia el programa de
televisión 'Jara y Sedal' que lleva 25 años en pantalla y es uno de
los espacios más reconocidos del panorama español en materia de caza
y pesca. Con la presencia de Juan Delibes y de Quique Calleja, dos
primeros espadas de la televisión, A Pontenova fue un año más el
epicentro de todo lo relacionado con el mundo de la caña y el
carrete a nivel nacional. En el acto central también se hermanaron
con la 'Festa da Solla', de Leiro (Rianxo) que este mes de agosto
celebrará su tercera edición a las orillas del majestuoso Ulla.
El año que viene, en el 40 aniversario de la Festa da
Troita, quién sabe lo que idearán para seguir manteniendo A
Pontenova y al Eo a la cabeza de la pesca española.
Alberto Torres, DXT Campeón
Un placer asistir
A
Pontenova no voy a dar nombres ... todos los q habéis hecho posible
este homenaje
Han conseguido reunir a todo el
equipo Nacional Q estuvimos en Colorado , gracias por acordaros d
nosotros
Sin duda habéis conseguido hacernos
felices , no estamos acostumbrados a se acuerden de nosotros por
algo bueno .......
Mil gracias amigos
Y un abrazo especial a nuestro capitán
Vicente Aranda
Pablo Castro,
Campeón del Mundo
Una vez más me
quito el sombrero ante Galicia.
A Pontenova. Qué buena gente, que buen río, que buena comida...
Se acaban las palabras para agradecer el trabajo encabezado por Javier
Mendez Alonso y Xoel
Bouso Lopez, unos auténticos cracks coordinando, además
de buenas personas! Se merecen una estatua.
Reunión de todos los campeones del mundo actuales, truchas de oro y
competición.
Conseguí un segundo puesto, en un día en el que el Eo, pese a abrir
la temporada, tenía la puerta cerrada para sus truchas.
Enhorabuena al campeón Alberto López y a toda la organización.
David Arcay,
Campeón del Mundo
Impresionante
Una vez más me quito el sombrero ante Galicia.
Impresionante el recibimiento y el cariño de la gente de A Pontenova.
Gracias por el homenaje que habéis dado a la Selección Española y
por cómo nos habéis hecho sentir.
Tengo claro que volveré a esta maravillosa comarca regada por el Eo.
Un abrazo muy especial a nuestro capitán Vicente Aranda.
Manuel Iglesias Álvarez, Campeón del Mundo
Agradecido.
Agradecer todo el sacrificio que
habéis tenido que hacer para que pudiéramos disfrutar de esta gran
fiesta.
El río Eo y sus paisajes poseen una belleza que nadie debe perderse.
El pueblo y sus gentes son de lo
mejorcito que encontré entre todos mis viajes de pesca.
En cuanto a las truchas parece que
no nos pusimos guapos y no quisieron entrar, pero sin duda volveré a
probar suerte.
Muchas gracias por todo.
Un abrazo.
Fran Llamas,
Campeón del Mundo
El
regreso a A Pontenova, vuelta al hogar…
Soy
un tipo con sus labores y peculiaridades. De esos que las caricias
las da con papel de lija, y que los besos los quiere del hielo que
nada en el fondo de un vaso. De joven le dediqué unos años al boxeo;
era malo como un cólico nefrítico, aunque mi entrenador solía decir
que tenía la ventaja de ser duro como un cepo, lo que venía a
significar que siempre podía contar con la pequeña posibilidad de
ganar algún combate porque mi oponente acabase desfallecido de tanto
sacudirme.
Además, no tengo aquello que ha dado en llamarse don de gentes,
y casi toda mi vida me he sentido más a gusto ante una página en
blanco que ante alguien al que no conozco.
Pero, pese a mis rarezas, que todos tenemos alguna, soy bastante
sentimental, aunque de un modo visceral, como en el blanco y negro
de las viejas novelas de Hammett. Tuve un amigo que, cuando le
expliqué esto mismo, esto de que a mí los sentimientos me salen de
las entrañas, me recomendó que fuera a ver a un internista que
conocía.
Sí,
todo es cierto, sin embargo, en la orilla de un río la cosa cambia.
Siempre he sentido fascinación por arroyos, riachuelos, regatos y
cualquier otra cosa que se le parezca, supongo que por eso, a día de
hoy, vivo en un molino. Yo soy un tipo de esos que se sienta en el
río, se enciende una pipa y se pregunta cómo engañar a las pintonas.
E incluso si no llega a mojarse la liña, el simple hecho de estar
allí me hace feliz. Por eso, después de tantos años dando tumbos por
el mundo acabé regresando al hogar, a vivir junto al río.
Allí
imagino mis historias, y muchas páginas de mis novelas se han
escrito en las orillas gallegas, entre helechos, brezo, castaños y
carvallos.
Así
que, cuando hace un año, me llamaron para decirme que las buenas
gentes de A Pontenova habían decidido entregarme su trucha de oro,
me llevé una alegría. Las novelas y los años le han ido trayendo a
uno oportunidades así, y siempre me he sentido agradecido cuando
llegan los reconocimientos, porque es un honor poder abrir las
fiestas de cualquier lugar y que a uno lo reciban con cariño en
tierras que no son las propias, sin embargo, en ese caso tenía algo
de especial. No solo me daban una distinción, sino que me invitaban
a un par de días en la maravillosa ribera del Eo, me prometían la
oportunidad de buscar unas cuantas truchas y me ofrecían disfrutar
de sus bosques y sus laderas.
Así
fue, conocí a buenas gentes, recorrí buenos lugares, comí buenos
platos y me esforcé por darles un pregón que tuviera lo mejor de mis
letras y mi ingenio. Se convirtió en un bonito recuerdo y a los
grandes saraos editoriales me llevé en la solapa la trucha que me
dieron en las orillas del Eo, para presumir un poco de que hubiera
quien me quería bien.
Ahí
se quedó la cosa. O eso pensaba yo. Porque en muchos sitios se
habían despedido de mí con palabras amables y gestos cariñosos,
muchas veces he oído aquello de “cuando quieras”, “para lo que
necesites”, casi tantas como “esa sí que es una buena historia” o
“yo tengo una idea para una novela”. Y, como las últimas, las
primeras son casi siempre más falsas que los duros de estaño.
En
la mayoría de lugares te reciben con cariño, te tratan con
deferencia y honores, al final, ambas partes salen beneficiadas del
impulso mediático que cada cual puede aportar al otro, pero las
buenas intenciones de las despedidas se quedan solo en eso, en
intenciones.
Sin
embargo, en A Pontenova eso no es así. No. En A Pontenova las
palabras pesan como el hierro que se fundía en sus hornos, y sus
verdades cortan como las hoces de Riotorto. No, los de A Pontenova
son hijos de forjadores y nietos de molineros, saben apreciar la sal
del trabajo y tienen lo mejor de los pueblos de ribera, orgullo por
su río y amor por sus bosques.
No,
en A Pontenova, las cosas son distintas.
Ya
había pasado un año. Y yo estaba pensando en la nueva novela, en los
contratos de traducción que han llegado desde China, en los libros
que necesito para documentarme, en los artículos pendientes de
entrega para las revistas de historia, en fin, como suele decirse,
atendía a mis labores. Fue entonces cuando recibí la llamada.
Aquellas palabras no habían sido una finta. Uno no se olvida de sus
días en el cuadrilátero y, cuando le hablan prepara la cadera para
girar y esquivar, sabiendo que el golpe puede venir por el ojo malo,
el que han estado machacando en los asaltos anteriores. Pero esta
vez, este año, en A Pontenova, no fue así.
Gallego, escéptico, cínico hasta la médula, me costaba creerlo, pero
ahí estaban las palabras; “estás en tu casa”, “aquí se te quiere”,
“trae los trastos para ir a pescar”, un rosario de cariño y
amabilidad que aligeraba el espíritu.
¡Qué
buenas gentes! ¡Qué buen lugar!
Y
allí estuvimos. Con el mal tiempo a vueltas y las heladas tardías,
con las gentes de A Pontenova, con sus casitas de piedra escondidas
en la falda de la montaña, con su río Eo y con todos los que
recibieron sus truchas de oro que, amén del pregonero, mi
colega y amigo Chani, eran también los de nuestra maravillosa
selección, que han ganado tanto y tantas veces que cuesta recordarlo
(y no, no me refiero a esos que corren detrás de una pelota cobrando
millonadas por decir imbecilidades; no, me refiero a los campeones
del mundo de pesca a mosca, que son de aquí, y que hacen que se
sonrojen los americanos y los gabachos).
Yo
me reencontré con viejos conocidos, y trabé lo que espero se
convierta en nuevas amistades.
Ya
no podía creerme cuanto me estaba pasando cuando, para más inri, me
topé con dos buenas personas que me reconocieron y me hablaron de
mis libros y, al día siguiente, cuando salíamos del río con el frío
pegado a las muelas, paramos en A tenda de Manolo a buscar
cobijo en un café caliente, y allí me esperaba un ejemplar de
Donde aúllan las colinas para que lo firmase y, además, se lo
habían leído.
Estos de A Pontenova, tienen tanto, y tan bueno. Y además, el río
pasa junto a sus casas. Por eso hicieron que me sintiera como en mi
molino, junto a la chimenea, con un vaso de whisky en una mano y la
pipa en la otra. Dijeron que contaban conmigo para el año que viene,
y esta vez me lo creí a pies juntillas.
En A
Pontenova me han dado un hogar nuevo.
Gracias, gracias a todos. Ya hice cuanto pude el año pasado, pero
prometo redoblar mis esfuerzos para cuanto sea necesario.
Y
dejo en el aire una idea que quizá os sirva, mis queridos amigos,
para promover un poco más vuestro maravilloso ayuntamiento, una idea
en la que yo sí puedo ayudaros, por qué no organizáis un concurso de
relatos en los que el tema sea, precisamente, A Pontenova y su
entorno. Prometo hacer correr la voz entre todos los colegas, y me
ofrezco como organizador, jurado y camarero, lo que haga falta.
Gracias, de todo corazón, espero poder devolveros algún día, una
pequeña parte de cuanto me habéis regalado.
Gracias.
¡Hasta la próxima Festa da Troita!
Francisco Narla, escritor
Un
sincero abrazo para Vicente, que no tuvo la oportunidad de engañar a
las pintonas del Rodil porque la desgracia vino a buscarlo de muy
lejos. Lo lamento amigo mío. |