Finalizada la temporada
de reo es hora de rebuscar entre los guarismos de las cifras
oficiales –ya que otros datos fiables no hay- para intentar
encontrar algunas causas del declive de las capturas en los ríos
gallegos y la caída en picado de los últimos años.
Que la cosa no pinta bien lo sabemos todos, pero es preciso intentar
saber qué es lo que pasa realmente para que los pescadores de reo
sepan a que enfrentarse y en esto fallan una vez más los que tienen
que dar explicaciones. Ese responsabilidad es de la Administración
pero, lejos de acometer el problema desde la seriedad, el rigor
científico y la transparencia, lo único que intenta es que los
pescadores no puedan pescar y aplican para ello normativas cada vez
más lesivas para la caña y poco proteccionistas con la especie. La
potenciación de la pesca sin muerte es una mera quimera que se
esgrime a boca llena pero no se aplica.
Si esperamos algún movimiento de los técnicos de la Xunta podemos
esperar sentados. No los hubo ni los habrá, el único movimiento que
se constata es la obsesiva obcecación en prohibir y prohibir en vez
de gestionar el recurso de cara a la pesca sostenible que nos
permita seguir practicando una actividad inherente y paralela a la
evolución del hombre.
A todos los dardos envenenados que recibe el colectivo de
pescadores, este año hay que sumar una climatología excesivamente
calurosa, una fuerte sequía y unos cursos muy escasos de agua. Estas
realidades han marcado la temporada y han condicionado la pesca. Los
reos, por falta de agua, no entraron como suelen hacer todos los
años y su comportamiento deportivo fue todavía más esquivo de lo
habitual.
Mientras el salmón va aguantando como puede y la trucha está en
caída libre, el reo -ese maravilloso y combativo pez- acaba de
registrar los peores números de capturas desde que se guían, sólo
superado –en malo- por el año pasado. La sequía y las altas
temperaturas no son justificación absoluta para las raquíticas
cifras de capturas de este año. De haber llovido algo, a poco que
fuese, las estadísticas seguro que repuntarían algo más pero los
datos reflejan una realidad que casi nadie asume.
Veamos las capturas oficiales en los ríos de mayor importancia.
1.- En el Eo no se ha guiado ningún ejemplar. Esto no se lo cree
nadie.
2.- Las 69 capturas del Sor están justificadas por las limitaciones
en los señuelos que caprichosamente marca el Plan de Recuperación
del Salmón en los ríos de A Coruña, ideado en una noche de chupitos.
3.- Los 77 del Xubia se razonan desde la constatación de una entrada
menor de ejemplares que otros años.
4.- El Eume, con 133 reos guiados, repite como primer río gallego, y
lo hace por tercer año consecutivo pero a mucha distancia de las
cifras de años atrás.
5.- 25 ejemplares en el Grande en Ponte do Porto. Sin razones
aparentes para tan notable caída con respecto a otros años.
6.- Los 81 del Tambre son un auténtico milagro viendo la mierda que
baja de la Presa sin que nadie ponga freno a una calidad de agua
pésima.
7.- Y mención especial para el Ulla. Con 13 ejemplares guiados
estamos ante la mayor tomadura de pelo de la que se tenga
conocimiento en los ríos gallegos.
Los que se guían en zona libre es porque vive un guarda cerca del
río y accede a guiarlos, pero que en Ximonde sólo se hayan guiado 2
reos, 3 en Santeles y 1 en Sinde, es para tesis doctoral.
Absolutamente nadie se cree estos datos y debemos entender que son
absolutamente falsos porque no reflejan la realidad del Ulla.
Compete a la Xunta determinar qué falla en el guiado de los reos
pero muchos cañistas saben que guiar un reo en el Ulla es un
ejercicio de I+D. Lo de la pesca sin muerte desde la consecución del
cupo de salmones no justifica unos datos que se vienen repitiendo en
los últimos años cuando toda la temporada era con muerte.
Lo único que ha conseguido la Xunta declarando la pesca sin muerte
para el reo en el Ulla -desde la consecución del cupo de salmones-
es masificar el coto de Noia y que en el Ulla no pesque
prácticamente nadie ya que la realidad indica qua la pesca sin
muerte tiene muy poquitos seguidores y menos practicantes. De hecho,
había permisos a escape libre cuando antes se agotaban ya en la
primera vuelta de Pontevedra.
Y puestos a analizar la veda del reo en el Ulla, que no se entiende
ni se comparte por la mayoría de pescadores, habría que preguntarse
por qué no establecen la pesca sin muerte en toda la provincia ya
que los reos del Ulla también lo son del Umia e incluso del Tambre.
Es decir, ¿Qué tiene el Ulla para que se vede el reo y se dejen los
demás cursos pontevedreses abiertos a la pesca con muerte. Si la
población de reos en el Ulla ha descendido, como dicen los
burócratas, también lo hará en los otros ríos ¿O es que son
diferentes? Lo dicho, no se entiende.
La nueva ley de pesca fluvial –que sigue incomprensiblemente
paralizada- debe acometer los cambios necesarios y lógicos para que
no impere “prohibir” sobre “pescar” y si no queda más remedio que
pescar de otra manera pues que nos lo digan, pero no es de recibo
aplicar unas normas que siguen vigentes desde hace 25 años cuando la
realidad de la pesca es bien diferente a la de aquellos tiempos.
Por último, lo más evidente, si nos detenemos en la gráfica oficial
de la Xunta, del 2000 al 2004 se guiaron más de 2.500 reos, del 2005
al 2010 malamente se superaban los 1.500 y del 2011 a hoy no
llegamos ni a los 1.000 reos. Es demasiado declive para que todo
siga igual con los técnicos de la Xunta aburguesados en prohibir en
vez de gestionar el recurso.
609 ejemplares guiados en toda la temporada en toda Galicia es una
cifra que invita a estudiar el asunto desde la perspectiva
científica, jamás desde el talibanismo prohibicionista que impera en
los despachos de Conservación da Natureza.
Seguimos pescando como en tiempos de bonanza con la única salvedad
de las limitaciones al pescador como si fuera el único y auténtico
culpable de la situación. Fiscalizar al cañista parece una medida
poco científica y deben ser otras las estrategias que imperen en la
gestión del recurso. |